Por: Alberto Mohadeb Altschuler, Psicólogo

Hoy en día podemos decir que los miembros de las comunidades educativas están informados de qué es el bullying. Este fenómeno que siempre existió pero que a lo largo del tiempo fue catalogado como bromas o bromas de mal gusto, se está percibiendo como un daño a la autoestima de quien lo sufre, que lo puede llevar a la disminución del rendimiento escolar, a aislarse de sus compañeros, a la deserción escolar, a tener cuadros depresivos, e incluso a intentar suicidarse.

El cambio de perspectiva sobre este fenómeno fue muy importante y muy costoso tanto en el tiempo como en la resistencia a entenderlo. Lo cual ha sido producto de nuevos criterios apoyados en gran medida por la visión de los derechos humanos y los derechos del niño. Ese derecho tan simple, tan obvio y tan necesario, que dice que todos los niños tienen derecho a la educación y al buen trato. No es difícil pensar que si una niña o un niño va con gusto a la escuela porque se siente perteneciente a un grupo y es tratado con respeto por las autoridades escolares y, a su vez ella o él trata con respeto a sus pares y maestros, tendrá un mejor rendimiento escolar y la escuela como institución pasará a ser un espacio de desarrollo y confort. En sentido opuesto, si una niña o un niño sufre burlas, maltrato o aislamiento, verá a la escuela como una amenaza y se transformará en un espacio hostil.

Muchas de las escuelas e incluso autoridades educativas han estado haciendo campañas informativas respecto a qué es el bullying y cómo combatirlo. No cabe duda que la gran mayoría de los alumnos ya sabe de qué se trata. Pero el bullying continúa. Las niñas y niños que se están transformando en “violentos ilustrados”, entendiendo por esto a aquellos niños que tienen una “fractura” entre su sentir y su pensar, piensan, razonan y entienden sobre los actos que realizan, pero los actos violentos no los pueden evitar, son más fuerte que ellos. El impulso les gana, el deseo de sentirse más fuerte, el ver que sus actos provocan hilaridad en otros, hace que no tomen en cuenta el efecto de sus actos.

Por diversos motivos, quien está agrediendo muchas veces no puede detenerse por más que esté informado. Es por esto que terceras personas deben intervenir: ya sea porque están siendo testigos de la situación o porque han sido informados por la víctima de lo que está sucediendo. Pero, para que los testigos intervengan deben de estar previamente informados de qué es el bullying y de qué hacer en esas circunstancias.

Es una tarea de toda la comunidad educativa, es un trabajo en equipo donde todos deben jalar para el mismo lado porque el bullying se puede desarrollar en cualquier momento y en cualquier lugar. Es necesario estar atentos una vez producido el acto violento para intervenir adecuadamente, porque interviniendo podemos controlarlo. La otra tarea importante es la prevención. Prevenir significa estar al pendiente de que los niños y las niñas no se encuentren solos en ningún momento, que estén siendo observados, no sólo en las aulas sino también en los recreos, en los baños, en la puerta de la escuela cuando entran o salen y en el camión escolar si lo hubiere.

La secuencia es: informarse para aprender, aprender para actuar y actuar para prevenir.

Recuperado por: Alberto Mohadeb Altschuler, Psicólogo, miembro de Asociación Menorah, I.A.P.

 

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